jueves, 21 de noviembre de 2013

TRAUMAS INFANTILES

Los golpes reiterados, el abuso, la violencia sicológica, el abandono o la muerte de un ser querido tienen una cosa en común: producen miedo en los niños.
Cuando esas situaciones se repiten, pueden transformarse en traumas, los que han sido vinculados con la agresividad en la adultez.
De hecho, no son pocos los casos de personas violentas que tienen antecedentes de infancias adversas. Sin embargo, ningún estudio había podido encontrar un vínculo neurológico directo, hasta ahora.
Una investigación de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), en Suiza, demostró que el trauma en la infancia no sólo produce sufrimiento sicológico, sino que provoca cambios a nivel cerebral, los que están relacionados con la conducta agresiva impulsiva en el futuro.
El estudio, realizado en ratas y comparado con resultados previos en humanos, muestra diferencias en la estructura y funcionamiento del cerebro de quienes vivieron un trauma en la niñez y quienes no.
Al enfrentarse a situaciones estresantes, una persona que ha tenido una infancia normal reacciona activando en su cerebro la corteza orbitofrontal, encargada de inhibir las reacciones agresivas. Pero en las pruebas en animales, los expertos vieron que en aquellos que habían sido expuestos a situaciones traumáticas, esa zona casi no funcionaba.

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